sábado, 8 de septiembre de 2007

...Y jaló el gatillo


Pedro Díaz G.

La locación era perfecta: la casa donde su ex mujer se había refugiado desde meses atrás.
Viernes a la madrugada en el municipio de Gómez Palacio fueron varios los que despertaron con el sonido del arma de fuego. Otros lo harían con la noticia.
Esta vez se trató de un arrrepentido. Muchos maltratos Jaime Aurelio le propinaba con frecuente saña, cuando ella, Angélica, todo amor se ostentaba como su esposa.
¨Líos sentimentales¨, ¨suicidio número 62¨, se leerá en los matutinos.
Jaime preparó bien el escenario.
Se aproximó sigiloso y titubeante. Ignoró el frío del amanecer y estrechó con fuerza los papeles que sostenía cuando jaló el gatillo.
Angélica Vielma Estrada, quien vivía desde la ruptura en casa de su hermano, salió a su encuentro. Demasiado tarde: la .38 súper con la que él se disparó en la región parietal del lado derecho, estaba en el suelo.
En las manos de su ex marido, el hombre al que por amor ella regaló por años el título de esposa, se encontraba una fotografía en donde Angélica sonreía, y un recado con el cual, simple, llano, conciso y predecible, Jaime Aurelio se despidió.
“Adiós, mundo ingrato”.
La locación era perfecta. Y el llanto vino a enriquecerla.

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